Todos los meses vamos a tener una invitada especial a #colorsoloparami y este mes es Cris, española de La Rioja, artista del telar y de los colores, conocida como @hilatina. Ella nos escribió este texto que me encantó:


"El color es un medio para influir directamente en el alma" (W. Kandinsky).

Como comprenderéis, no seré yo quien vaya a llevarle la contraria al Sr. Kandinsky, y menos aún cuando no puedo estar más de acuerdo con él en este asunto. ¿Os podéis imaginar un mundo sin colores? No se me ocurre nada más aburrido y deprimente que una vida monocromática, incluso si el único color que existiera fuera mi color favorito.

Imaginad por un momento cómo sería un día sin colores. Te despiertas un día de primavera, abres la ventana y… ¡y NADA! El sol ya no brilla con rayos dorados, el cielo no es más celeste ni las flores explotan de rosas, naranjas ni rojos. Vas a buscar algo lindo que ponerte para salir a desayunar y da igual lo que te pongas. Porque todo lo que hay en tu armario te queda igual de soso, porque tus jeans de la suerte ya no son más de ese índigo medio desgastado tan canchero y esa camiseta que tanto te gusta, aunque te siga quedando bien ya no te hace ver favorecida ni te saca una sonrisa al mirarte al espejo. Te preparas un café, que huele a café y sabe a café, pero no disfrutas igual porque no tiene ese tono caramelo tan intenso. Las tostadas con queso y mermelada incoloros no son lo mismo y, directamente, pasas de la ensalada de frutas, que con ese aspecto mortecino no parece estar muy rica.

Probablemente nunca os habíais parado a pensar en lo importantes que son los colores en nuestro día a día, o quizá sí, qué se yo. Pero los colores influyen en nuestro estado de ánimo, en nuestra energía y, como bien decía Kandinsky, en el alma. Parece ser que las vibraciones que emiten los colores son capaces de despertar en nosotros emociones, impresiones, sentimientos, por lo general ni siquiera de forma consciente.

Con esto en mente, me pongo a hurgar entre mis recuerdos, buscando conexiones, momentos multicolores que hayan podido marcar de alguna manera mi vida para que, a día de hoy, vea un arcoíris y me emocione como cuando tenía cinco años o entre a las tiendas de lanas y artísticas y me sienta en Disney entre sus estantes abarrotados de color.

Y después de un rato pensando, no sé si llego a alguna conclusión, pero de repente aparece una imagen en mi cabeza. Mi habitación de niña. De cuando era muy pequeña y jugaba con bloques de construcciones, legos y trenes y muñequitos de cabezas grandes y todo era multicolor y alegre y divertido. Otra imagen le sigue, esta vez llena de lápices de colores, crayones, témperas y blocs de dibujo en los que no caben más trazos…y así, en un segundo, una avalancha de recuerdos multicolores salen de mi memoria como cuando escondes tanta ropa en un armario que se abre de golpe y ésta queda esparcida por toda la habitación: los montes verdes llenos de flores silvestres de todas las tonalidades entre el rosa y el lavanda, por los que acompañaba a mi abuelo a la huerta; los miles de amarillos, naranjas y rojos del otoño, cuando caía sobre los viñedos de mi tierra; los verdes y turquesas del río en el que me bañaba con mis primos, muriéndonos de risa mientras nos salpicábamos de agua fresca y limpia; el arcoíris de ingredientes sobre la mesada de la cocina cuando mi madre y mi abuela cocinaban.

Dando vueltas a todo este torbellino de recuerdos que se amontonan en mi cabeza, vuelvo al presente y entro en mi estudio. Tras la puerta blanca, cuatro paredes también blancas encierran un millón de lanas e hilados de casi todos los colores que puedas imaginar, ordenadas en cestas, y en las paredes cuelgan tapices de colores vivos, brillantes. Sonrío.

Cuando comencé a experimentar con el telar y la gente me preguntaba qué es lo que quería transmitir con mis diseños, dudaba. Ni había escuchado siquiera aquella cita de Kandinsky, pero enseguida empecé a verlo claro. Mi fascinación con los colores y sus combinaciones y la alegría que me producía trabajar con ellos era una señal inequívoca de que lo que me movía era plasmar esa energía positiva. Entretejerla entre trama y urdimbre para tratar de sacar una sonrisa a quien se pudiera detener un segundo a mirarlos.


Sin duda, los colores tienen un poder mucho más grande de lo que podemos imaginar. Esperan ahí, silenciosos, el momento justo para hacernos sentir felices cuando menos lo esperamos.


Gracias Cris, es lindísimo lo que escribiste y te imaginé chiquita y rodeada de color.
Falta poquito para que termine el mes multicolor, los espero en Instagram a jugar a #colorsoloparami.