Estoy leyendo un libro que recomendó Vero Palazzo en su blog y me encanta. Se llama Keep it Simple y me encanta todo lo que proponen. He leído miles de libros de decoración y si bien siempre alguno me gusta más que otro no tenía uno preferido, tomaba un poco de cada uno. Con este me pasa algo rarísimo, siento que escribieron lo que yo siento con la decoración y eso me hizo pensar mucho sobre la casa ideal vs. la casa real.
Una de las frases célebres de mi mamá era "Marina, lo ideal es enemigo de lo bueno" (yo siempre muy exigente se ve) y después de muchos años, debo reconocer que como siempre las madres tienen razón. Existen las casa perfectas, las que cada vez más nos bombardean desde Pinterest e Instagram, esas que hacen que miremos la nuestra con menos cariño. Después, existen las casas reales. Las casas que habitamos. Las casas que vivimos al máximo. 
Esto no quiere decir que sean un desastre o que no le prestemos atención a la decoración, al orden o que no amemos nuestra casa. Tiene que ver con el equilibrio de buscar la belleza en la funcionalidad, el amor por nuestra casa en pequeños detalles que la muestran vivida. Y nuestra.
Nunca me gustaron las fotos ultra estilizadas de casas perfectas. Así como no me gusta la gente perfecta me gustan los imperfectos que son más divertidos e interesantes, llenos de errores, fallas, risas y autocrítica a medida que pasa el tiempo me doy cuenta que me gustan las casas que tienen también todo eso. Las casas que te cuentan historias de la gente que vive ahí, que tienen sus recuerdos, sus manchas, su vida grabada en el uso. 
Creo que las casas tienen la energía de las personas que las habitan y la decoración no tiene que ver solamente con los muebles que eligieron, sino con las decisiones que tomaron al elegirlos, las risas que llenaron los cuartos, las comidas compartidas, los recuerdos. Nuestras casas, hablan de nosotros. 
Imperfectas, desordenadas, llenas de  risas, zapatillas, hijos.
Mi propuesta, para mi y para mi casa es volver a mirarla. Volver a enamorme de ella y sus imperfecciones, ver con nuevos ojos que cosas tengo y me rodean y me hacen feliz. Que cosas ya tienen que ser cambiadas o arregladas y que cosas tienen que partir.
Les propongo, si tienen ganas como ejercicio de decoración o de creatividad o si simplemente tienen ganas volver a mirar sus casas, sus cosas. ¿qué ven cuando la ven? ¿su sillón les cuenta historias y lo aman aunque esté pasado de moda? ¿tienen amor por algún mueble en especial, por qué? ¿qué cosas hay en sus casas que no dejarían ni locos, qué cambiarían?
Después de la evaluación, si les divierte viene la acción (y tengo un plan de acción para compartir!).
¿qué siente hoy por su casa?
¿Es perfecta así como está?
¿se mudarían, qué le cambiarían?
Si hacen el ejercicio, vuelven y me cuentan?
¿Qué les pasó mirando todo de nuevo?
Tal vez, en definitiva, 
¿nuestra casa ideal es nuestra casa real? 

Entre medio de escribir este post y publicarlo me fui de viaje y me quedé pensando...ahora tengo una idea, un plan para mi casa
Voy a empezar a implementarlo y si va, lo comparto y lo hacemos entre todas las que tengan ganas,
¿qué les parece?