Ayer, por primera vez en años, no armé el arbolito un 8 de diciembre. Culpa!!!
A veces me gustaría que mi arbolito fuera como los de la foto, para no tener que dedicarle dos horas mínimo de armado. Aunque seguro que ya los vieron por todos lados, me gustan porque el arbolito no tiene porque ser el clásico pino que nos heredaron del norte. Con un poco de imaginación, cualquier cosa se puede transformar en un arbolito de navidad divertido, con onda y estilo, para poco espacio o incluso para poner en una pared. Si tenés poco lugar, esta idea es genial y la podés ver acá.


Este otro árbol, también me encantó. Con un pedazo de tela y pintura para pizarrón lo armás en un minuto y los chicos le pueden dibujar todos los adornos diferentes y divertidos -acá está minimalista-.
(No sé de donde saqué la foto, pero si me avisan, linkearé como corresponde)

Pero resulta que mi arbolit es gigante. El típico pino enorme, que compré la primer navidad que pasamos en México como expatriados. El tamaño es directamente proporcional a la extrañitis que teníamos por estar lejos de Buenos Aires. Volvió a BA con nosotros porque lo queremos por lo desproporcionado de sus dimensiones! El tema es que armarlo lleva su tiempo. Mucho. Lo peor de todo, es que me siento como si por no haberlo armado ayer hubiese cometido una falta grave. Será otra lección navideña, liberarse de culpas innecesarias??