Uno de mis hijos es extremadamente sincero.
Honestidad brutal.
Sin maldad, te mira y te dice unas verdades que a veces son muy verdaderas.

Cuando empecé con Sólo para Mí, él tenía 8. Un día de verano, yo estaba hilvanando las cintas de estos manteles


y volviéndome loca en el intento,
mientras todos se divertían en casa.

En eso, viene, me mira y me dice:
Má, ¿a quién le vas a vender todo esto?

Y con esa pregunta, resumió en un minuto todas mis dudas, mis angustias existenciales y mis miedos empresariales.
Y mi única respuesta fue:
ay no sé, espero que a alguien...

Fast forward a hace unos días que recibí mi primer pedido internacional. Casi me caigo de la silla, qué emoción. Y así partió un mantel a Zaragoza acompañado de unas letras de Ayloviú


Unos días más tarde partieron dos manteles y una lámpara escoltados por unos cojines (se llaman así por allá) del Pez Punteado a Murcia.
 
Pensar que cruzan el océano y llegan a la casa de unas españolas geniales que mandan mails diciendo guapa y maja, me llena de alegría. Así como me morí con el primer envío al sur o la primer compra de un negocio de decoración. Así como me tembló el pulso cuando embalé la primer caja, me emociona pensar que hay cosas Sólo para Mí en muchos rincones de Argentina.
Y aunque tengo miedo de que este post suene autobombo
necesito compartir esta alegría enorme con ustedes,
que me acompañan y alientan todos los días.

¡Gracias!
Animémosnos a soñar