Hace un año, me fui de viaje y compré un papel en Anthropologie.
Lo quería hacía tanto tiempo, que cuando finalmente, llegué y lo tuve en mis manos, no podía decir cuál era el más lindo, si era sufiente cantidad un sólo rollo, donde lo iba a usar y todas esas dudas que te asaltan cuando querías algo con tantas ganas.
Después de mucho dudar, finalmente, lo traje conmigo. Un solo rollo. Sin medir, sin pensar si me alcanzaba o no. Si no alcanzaba y tenía que llevar otro, no llevaba nada.

Un año tardé en colocarlo.
¿Porqué?
Creo que porque me gustaba tanto que tenía miedo de ponerlo mal.
Finalmente, el pintor me dio un ultimatum, como sea pero lo ponemos.
Es un papel, pre encolado, que se pone, se saca, se acomoda.
Y en definitiva, no deja de ser un papel.




Tenía razón.
 (Si, pintor si estás leyendo, te estoy dando la razón y ya te aviso que no va a ser costumbre!)

Era muy fácil de colocar y si no hubiese dado tantas vueltas, lo hubiera podido disfrutar en mi pared un año antes.
Ahora lo miro y me pone de buen humor. A los chicos también 
(aunque el de 5 lo miró un instante y se dio cuenta que no hice coincidir el dibujo -para que alcance un poco más-, a quién salió este niñito? Al pintor, obvio!)


La cuestión es que este no es un post sobre como colocar un empapelado, aunque si les interesa puedo hacerlo ;), tampoco sobre mi historia de amor con el bendito papel.
Es un post sobre no postergar.
No les pasa que están esperando LA fecha para poner linda la mesa?
o EL evento para estrenar las botas?
o tener tiempo para empezar el curso?
o EL motivo para festejar....


Tampoco es que después de empapelar me siento el Carpe Diem Blogger, 
pero me dieron ganas de hacer todo eso que postergo sin motivo.


así que me voy a comprar flores porque sí y
festejar sin motivo,

¿qué estaba esperando, no?


¿Están postergando algo sin muchos motivos?