Los comentarios a este post me dejaron pensando. No sólo acá, sino en Instagram o los mensajes de mis amigas por Whatsapp me llamaron la atención.
Yo me equivoco todo el tiempo. En mi trabajo y en la vida.
No soy perfecta. Leo la oración y me causa gracia.
Parto de la base de que soy muy, muy imperfecta.
No hago todo bien, no la tengo clarísima. Mi casa no es perfecta, mis hijos no son perfectos, mi marido tampoco. Y los quiero más así. Mucho pero mucho más así.
Por que si los quisiera perfectos no serían reales. Amo las imperfecciones, las debilidades, los errores.
Todos nos equivocamos.
¿Por qué será que no lo podemos contar? ¿Qué tiene de malo?
Si es lo más normal del mundo.
Por supuesto que quiero aprender y quiero mejorar pero justamente para eso tengo que partir de la base de que hay millones de cosas sobre las cuales no tengo idea. La mayoría de hecho. Tengo muchas más dudas que certezas. Y supongo que igual que todos estoy tratando de buscarle la vuelta. A ser mejor persona, mejor madre (la maternidad es una fuente constante de dudas e incertidumbres o no?), mejor mujer, mejor en mi trabajo.
Y en ese camino, en el camino de la vida quiero ser libre y feliz.
Libre para equivocarme y admitirlo. A mi y a los demás.
Libre para reírme de mis errores.
Feliz para reírme a carcajadas de mis errores y compartirlos.
Y que me quieran igual. Mentira, que me quieran más así.
Por que en verdad,
la pifio seguido
¿y qué?

Si usted está en la misma (o no) escucho sus comentarios.
Buena semana corta para todos,
M.

Foto de Magui Saberian para Revista Living