"En mi época de estudiante, vivía con mis padres en la Lucila. Salgo al "Pueblo", como le decimos en casa. Estaba por llover, pero salí igual y sin paraguas. Cuando volvía para mi casa, en el camino, se larga a llover de una manera increíble. Tanto que tuve que quedarme bajo el toldo de un local a esperar que pare un poco. En eso, veo que frena un auto. Sale el conductor (un chico de unos 30 años), abre el baúl, saca un paraguas, se me acerca, me lo dá y se va! Sin decirme nada, así nomás. Me quedé unos minutos sin entenderlo, no lo podía creer. Volví a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Él se mojó más que yo al bajarse del auto para darme el paraguas!"

Gracias Pilu por compartirla con todos!
¿No es divina la historia?
¿Cuántas veces hubiese pedido que algún extraño me diera el paraguas?
¿o por lo menos me dejara caminar por el "techito" cuando no tengo?
¿salimos hoy a alegrarle el día a alguien con una sonrisa, un comentario, un gesto de buena onda sin mirar a quién?
 

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Buen martes para todos,
M.